Antonio Pérez, la taberna que hace las cosas bien

Esta taberna abierta desde el año 85 es uno de los rincones más especiales en la oferta granadina. Una decoración súper cuidada, una carta llena de joyas y una selección de vinos elegida con muchísimo gusto, hacen de la casa de Jorge, un oasis de belleza y buen comer.

Jorge, que era pistero en Sierra Nevada, empezó a colaborar con su padre en el negocio familiar y se fue haciendo tabernero a base de horas detrás de la barra. Desde el año 94, que se dice pronto, ha creado lo que es hoy Vinos Antonio Pérez: un lugar donde disfrutar de tapas simples y buenas.

Los 25 años han hecho que el concepto evolucione desde su origen en tapas frías a una cocina completa donde ambas conviven en perfecta armonía. Por suerte y para nuestro deleite y riesgo Stendhal, hay cosas que no han cambiado. Su techo pintado a mano por alumnos y alumnas de la Fundación Rodríguez Acosta; la madera que recubre toda la taberna o las lámparas de croché hacen de éste un lugar acogedor y precioso.

El local, algo alejado de la zona turística hace que su público esté compuesto por gran parte del Profesorado de las Facultades colindantes, por lo que su trasiego es más semanal que de fin de semana. La clientela es asidua y exigente, por ello Jorge cuida cada detalle, añadiendo platos nuevos y seleccionando con muchísimo mimo la apuesta vinícola.

Sin más dilación, hablemos de comer: buenos embutidos de Extremadura y Güejar Sierra, pan de Alfacar siempre caliente, lomo al horno con roquefort y banderilla de encurtidos, albóndigas en salsa de almendras y patatas paja, rosquilla de morcilla, fabes con setas. Buen vino, buena cerveza y buenos vinos dulces de postre.

Como diría Borges en su soneto: “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria” O como diríamos en este caso: ¡Otro vino Jorge, por favor!