Qué descubrimiento el té y ¡cuántas maneras de tomarlo!
El otro día tuve la suerte de estar en una de las catas de té de Gabriela Prieto, amante y sommelier del té -si hay alguien más profesional y con más sabiduría en este tema que ella, me costará encontrarlo-; ella nos guió, tanto a mí como a los que estábamos allí, por un viaje inolvidable lleno de historias y leyendas, y de sabores afrodisiacos que te transportaban a un estado de relajación y zen que cualquiera quisiera después de un largo día de trabajo o estrés.
Gaby, como la llaman sus amigos, estudió y ejerció de socióloga y además fue bailarina de danza contemporánea, dos profesiones que le han servido de inspiración para disfrutar y aprovechar al máximo su dedicación absoluta de ahora, el té. Ha vivido en Nueva York, Londres, Caracas, Buenos Aires –donde se graduó de sommelier-, y ahora en Barcelona. Siempre guiada por su olfato y sus ganas de seguir creciendo y cultivándose en este mundo.
Después de aprender un poco sobre la Camellia Sinensis, la planta del té, Gaby nos llevó hasta Japón con el Sencha, con un sabor casi a hierba, se cuece, se enrolla y se seca. Cuanto más tiempo se caliente más dulzor tendrá y más oscuro será, y si afinas el olfato te recordará a una espinaca. A este le sigue la primera leyenda de la tarde con la que, se dice, comenzó el cultivo de té en Japón.
El siguiente viaje que hicimos fue a China, exactamente hasta Anxi, con Guan Yin, la Diosa de la compasión. Aquí surgió la segunda leyenda sobre un campesino que fue obsequiado con este té al que llamó Tea Guan Yin; es de un color amarillo, casi transparente, muy suave con cierto aroma floral y cuyas hojas al secarse tienen forma de hoja completamente nueva. Se toma en tacitas pequeñas y varias veces, con lo que es fácil pillarse un buen «tea high» y quedarte obsoleto y en una relajación absoluta durante rato.
Assam es el indio, mucho más floral, mucho más dulce y espectacularmente colorido, su brotes y hojas parecen verdaderas obras de arte. Muy rico pero más fuerte que los demás, nos deshicimos en halagos. Pero sin duda lo que hay que destacar es el trabajo inventado y creado por la propia Sommelier . Se llama Blend y es un té delicioso, ligero pero de gran sabor y tan adictivo que no recuerdo cuántas tazas nos tomamos, acompañadas por unos platitos con fresas o sándwiches ingleses, entre otras cosas, acabamos la cata con muy buen sabor de boca y un estado diferente al que teníamos al entrar.
Sin duda, con Gaby, es un aprendizaje que cualquiera que le guste el té tiene que probar, así que apunta: el próximo 14 de abril en el Cuchara Club dirigirá una cata en la que podrás vivir la experiencia y entrar en el fascinante mundo del té. Quedaos con el nombre de Gabriela Prieto, porque va a dar mucho que hablar.
Texto: Alba Llamazares
Fotos: Laura Valcárcel