Muchos habréis oído decir que el aceite es bueno y al mismo tiempo malo. Y esto, seguramente os hará un lío ya que no entendéis muy bien esta contradicción. Hoy, os explicamos porqué y cómo consumirlos para que sean lo más beneficiosos para nuestro organismo.
Lo primero de todo es tener claro los tipos de grasas que existen y qué generan en nuestro organismo al consumirlas. Existen las grasas saturadas (aceite de coco, aceite de palma…), aquellas responsables de las enfermedades cardiovasculares, colesterol y arteriosclerosis, y sin ningún beneficio particular que las diferencie del resto. Las grasas monoinsaturadas (aceite de oliva, girasol, cacahuete, aguacate, almendra, colza…), se encargan de descender el nivel de colesterol malo, y son las únicas capaces de aumentas el bueno. Por último, las grasas poliinsaturadas (lino, semillas de calabaza, nueces, soja, sésamo…), las más beneficiosas para el corazón y las arterias, que aunque no aumentan el colesterol bueno, sí reducen el malo. Estudios han demostrado que la salud reside en mantener un equilibrio entre ambos tipos de colesterol y no sólo evitar el malo.
Cuando un aceite es sometido al calor, sufre transformaciones en su composición. Cuanto más insaturadas son las grasas, más sensibles al calor y la oxidación. Además, cuando están en contacto con el oxígeno, se enrancian y se oxidan. Por ello, el aceite de oliva virgen extra es considerado un buen aceite en ese aspecto. Se trata de uno de los más ricos en vitamina E (antioxidante), y se utiliza para la conservación de alimentos.
Aceites como el de nuez o sésamo son muy saludables siempre y cuando sean consumidos en crudo. Aunque, realmente cualquier aceite mantiene sus propiedades en perfecto estado en crudo, por lo que es ideal tratar de consumirlos así y sobre todo, evitar las frituras.
Os aconsejamos seguir las siguientes indicaciones para llevar un dieta mucho más saludable:
Como ya hemos dicho antes, debemos evitar en la medida de lo posible las frituras, ya que transforman el aceite y no son beneficiosos para nuestra salud. Y, de calentar el aceite, nunca sobrepasarnos de la temperatura estipulada en cada caso, pero si en alguna ocasión nos despistamos y vemos que está humeando, es preferible desecharlo y empezar el proceso de nuevo, ya que podría contener sustancias cancerígenas. Además, no es aconsejable la reutilización de los aceites. Y nunca mezclar diferentes tipos de aceite, ya que cada uno tiene sus propias características y podrían interferir en el otro.
No os dejéis llevar por el precio, los aceite refinados son más baratos que el resto, pero a la larga, si aprendemos a hacer un uso correcto y sin sobrepasarnos los no refinados puedes legar a durarnos mucho más que hasta el momento.
Texto: Elena Olaran
Fotos: Creative Commons