Poblenou se elevó como el barrio industrial por excelencia en la Barcelona de finales del siglo XIX. Puede que no lo tilden construcciones gaudinianas, o que no baile por sus calles ese espíritu cosmopolita, rebosante de vida turística y autóctona, a la que nos tienen acostumbradas las más concurridas zonas de la Ciudad Condal. Pero entre sus vías de corazón férreo, se esconden maravillas gastronómicas dignas de mención.
Hoy te proponemos algunas de las mejores opciones para comer y beber en este barrio de alma fabril, que enarboló una antorcha en las Olimpiadas del 92 de la que aún parece quedar rastro. Estamos seguros de que después de esta pequeña guía culinaria por el llamado “Manchester catalán”, querrás volver a rondar por aquí.
Si algo caracteriza a Leka, es su trato familiar. Este restaurante de Poblenou cuenta con 31 años de historia y su evolución ha ido a la par de la de este industrioso barrio. Leka ha estado gestionado siempre por la misma familia y actualmente el restaurante ya está en manos de la segunda generación. El chef es el venezolano Jonathan Domínguez, y sus recetas reflejan la “cocina de aquí, pero enriquecida también con productos de fuera”.
Foto: Beatriz Janer
A todos nos gusta una buena croqueta. Niños y mayores nos deleitamos con esa prodigiosa creación de la gastronomía castiza: una cobertura crujiente y un interior meloso con algunos tropezones. Si eres fan de las croquetas tienes que visitar este bistrot, hará que pongas en duda las mismísimas croquetas de tu madre.
Foto: Paula Belil
Raw Bar ocupa el lugar de un antiguo establecimiento de frankfurts, pero ahora, en esta amplia esquina de la calle Pujades, la oferta del Raw no puede ser más diferente a aquella. Xefo Guasch, propietario del bar y curtido en batallas anteriores como Rita Blue o Margarita Blue, lo tuvo claro desde un principio, la oferta iba a consistir en elaboraciones con producto fresco, sano y crudo, o raw en inglés.
Foto: Mahala Marcet
Entrar en Balius es una experiencia diferente según el día y la hora a la que entres. A mediodía, se llena de gente del barrio que quieren comer algo sano y diferente en un ambiente relajado donde puede que suene jazz tranquilo e incluso música clásica. Por las noches se llena de gente joven y de padres que han dejado a los niños con la canguro y se desmelenan tomando un buen combinado a ritmo de boogaloo o defunk. Los fines de semana a la hora del vermut el lugar es puro bullicio: familias dándole a las banderillas y amigos tomando vermuts artesanos con música de aire canalla.
Foto: Paula Belil
Entre semana el restaurante se llena de vecinos y gente que trabaja en la zona, algunos de ellos argentinos y uruguayos nostálgicos de la cocina de su tierra. Durante el fin de semana el local se llena de familias que vienen a disfrutar de una buena y saludable comida casera apta también para los más pequeños.
Foto: Paula Belil
Las cosas buenas deberían estar al alcance de cualquiera, y el sushi delicioso con un pescado fresquísimo que te transporta a una pequeña taberna de Tokio en un solo bocado, es una de estas cosas buenas. La idea de abrir un establecimiento de sushi de calidad para llevar surgió a raíz de un viaje por Asia, donde vieron que se trataba de una opción equilibrada, ligera y saludable para el día a día.
Foto: Cecilia Díaz Betz
Además de restaurante, Sopa es un espacio con una vocación más amplia ya que también organiza charlas
sobre alimentación y talleres de cocina impartidos por su chef. Es un restaurante de comida vegetariana y vegana, aunque a ellos les gusta huir de esas etiquetas y prefieren definirse como un sitio donde comer de forma saludable. Su punto fuerte -cómo no podía ser de otra forma- son las sopas, cocinadas a fuego lento durante tres horas, hechas con una base de cebolla o puerro y con infinidad de variaciones.
Foto: Paula Belil