Imagina una ciudad grandiosa en un oasis de un desierto de tonos rojizos, envuelta entre una cordillera de picos nevados y en cuyo interior se adivina una gran plaza rodeada de estrechas calles repletas de toda clase de gentes, donde puedes encontrar casi cualquier cosa: especias, hierbas, encantadores de serpientes, monos, músicos… Un caótico zoco cuyos colores, sabores y olores te inundan en cuestión de segundos; donde regatear y negociar por cada compra es el pan de cada día. Así es Marrakech. ¿Qué podemos esperar de la gastronomía de un lugar tan exótico?
A pesar de ser un país prácticamente desértico, lo que nos haría pensar en un lugar con poca agricultura y ganadería, en Marruecos pasa todo lo contrario, pues tanto los bereberes como la gran mayoría de la población del país viven de las grandes plantaciones de olivos, cítricos, verduras y del pastoreo. Por ello, su cocina está basada en todo tipo de verduras, hortalizas, sémola, cordero, paloma o pollo, sin olvidarnos de especias como el azafrán, la cúrcuma, la páprika o el curry. No obstante, también se nota la influencia francesa (debido a los años de colonización) en su delicioso pan, elaborado tradicionalmente al horno de leña, y en los crepes (beghrir) que son la base de su típico desayuno: se sirven calientes con mantequilla, miel, aceite de oliva o mermelada casera de naranja amarga o dulce, acompañados de zumo de naranja o granada recién exprimido y un té vertido a gran distancia para lograr una textura espumosa única.
El té es el rey de la mesa en todo el país y cualquier momento es bueno para disfrutarlo acompañado de higos, ciruelas, frutos secos o ricas pastas. ¿Un lugar donde tomar un jugoso desayuno antes de empezar el día? En la terraza del Riad (antiguas casas tradicionales) Dar Nossa, en plena medina. ¿Y para comer? La mayoría de sus platos tradicionales, tanto de carne como de pescado, se cocinan con el famoso combinado de 34 especias. Como por ejemplo: el tayín de pollo, cordero o verduras, guiso de carne y vegetales cocinado en una cazuela de barro. O las famosas pastillas, un preparado a base de pollo o paloma con cebolla, almendras y un toque de canela, a modo de empanada o pastel. Y para los amantes de las verduras el cuscús con curry blanco es, sin duda, uno de los grandes bocados imprescindibles.
De postre no dejes de pedir algunos de sus dulces árabes, con pasas, frutos secos, miel, higos y ciruelas. Y antes de irte de Marrakech siéntate en una terraza de la plaza Jama el-Fna al atardecer, disfrutando del cálido sol acompañado de un delicioso té con menta. O cena en algún Riad de la Medina como el de Omar, donde disfrutar de una buena vista de la ciudad a la luz de las velas.
Precio medio desayuno: 3 euros (habitación doble con desayuno 36 euros)
26 Derb Dabachi, Derb Sidi Ben Aissa, Medina, Marrakech.
Precio medio: 25€ – Menú 18€ (habitación doble 55€)
Hôtel Riad Omar – 22, rue Bab Agnaou, Médina, Marrakech
Texto y Fotos: Laura Torres